Carol Kent ha vivido la pesadilla de todo padre. Después de que su único hijo fuera sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, la vida de Carol tomó un desvío permanente. Ella y su esposo, Gene, se han estado adaptando desde entonces, mudándose a Florida para estar cerca de la prisión, comenzando un nuevo ministerio para los reclusos y sus familias, y compartiendo la fidelidad de Dios con cualquiera que los escuche.
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